El 19 de diciembre de 1991 Ricardo Bochini tuvo su partido de
despedida del Club Atlético Independiente. Bochini, uno de los grandes
ídolos de la entidad de Avellaneda, nació en Zárate, provincia de Buenos
Aires, en 1954, y debutó en la primera división en 1972. A lo largo de
veinte temporadas se convirtió también en una de las figuras del fútbol
argentino de las décadas del 70 y 80 hasta su último partido oficial,
en mayo de 1991. El adiós, en tramos de El último pase del mago, nota de Gonzalo Abascal en la revista El Gráfico, nº 3768 del 24 de diciembre de 1991.
Ricardo
Enrique Bochini debutó en la Primera División del Club Atlético
Independiente el 25 de junio de 1972, frente a River Plate. Ese día los
Rojos de
Avellaneda perdieron 1 a 0 como visitantes. A partir de ese día Bochini
comenzó una extensa campaña que lo depositó en un lugar privilegiado en
los corazones de los hinchas rojos. Su último partido profesional lo
jugó frente a Estudiantes de La Plata, el 5 de mayo de 1991 y el cotejo
terminó igualado 1 a 1. Este es el detalle, por temporada, de la
cantidad de partidos jugados y goles convertidos por el Maestro, en sus
19 años como jugador profesional de Independiente.Comenzó
a jugar en Belgrano de Zárate hasta que en 1971 fue aceptado por Nito
Veiga y Ernesto Díaz para sumarlo a la séptima división del Club
Atlético Independiente donde se encontró con su primer socio para el gol, el centrodelantero Ruiz Moreno.
Debutó en primera en 1972 en cancha
de River
Plate cuando el técnico Pedro Dellacha lo hizo entrar a los 74 minutos
(tenía en ese momento 18 años). Desde entonces comenzó una larga carrera
profesional que lo convertiría en ídolo máximo del Rey de Copas,
incluyendo varios goles espectaculares como el convertido contra
Juventus de Italia en 1973, haciendo paredes con su amigo Daniel
Bertoni, que le permitiría a Independiente ganar su primera Copa Intercontinental.
Su característica principal no fue la de ser
un goleador, sino la de asistir a sus compañeros con toques sutiles para
que estos conviertan. Aún hoy se suelen llamar en el fútbol argentino
pases bochinescos a los pases precisos que dejan al delantero mano a
mano con el arquero, burlando a toda la defensa. Eso ayudó a convertir
en goleadores a una gran cantidad de jugadores que tuv
ieron la suerte de
tenerlo a su lado como Ruiz Moreno, Norberto Outes, Daniel Astegiano,
Marcelo Reggiardo, Carlos alejandro Alfaro Moreno y Antonio Alzamendi.
A las doce menos cuarto de la noche convirtió su último gol. Se sacó la
camiseta, se la regaló a su hermano Hernán y recorrió la última vuelta
olímpica, mientras más de cuarenta mil voces frenéticas cantaban: ‘Y
Dale Bocha, dale Bocha, dale Bo…/ Y Dale Bocha, dale Bocha, dale Booo /
Porque te quiero / te vengo a ver / aunque esta noche sea la última
vez.’ Él cantó con ellos, levantó sus brazos y agradeció. Frente a sus
hinchas, a los de la popular, a esos que le entregaron un amor eterno e
incondicional, se emocionó casi hasta llorar. Minutos después
desapareció debajo de la tierra, despidiéndose como jugador. Uno de esos
hinchas, Diego Paternóster, con las lágrimas incontenidas y la voz
extinguida, alcanzó a decir: ‘No puedo más. Estoy destruido. Cuando se
paró frente a nosotros se me heló la sangre. Lo busqué con la mirada a
mi hermano en busca de apoyo y lo encontré llorando desconsolado.
Entonces no aguanté más. Bochini es increíble. Parecía que nos miraba a
los ojos a cada uno, te estremecía. Es de otro mundo.’”
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